Pueblos Indigenas
Lecos
 
DATOS GENERALES
Mapa  
Población Total 2.763 habitantes
Ecoregión Amazónica
Departamento  La Paz
Provincia  Larecaja y Franz Tamayo
Municipio  Guanay y Apolo
Comunidad  Pucasucho, Inca, Trinidad, Mulihuara, Chirimayo,Muiri, Ilipana Yuyo,Munaypata, Irimo, Correo, Santo Domingo y otras
Familia Linguítica  Leco o Lapa Lapa
Actividad Principal  Ganadería, Agricultura y forestal
Productos  Ganado Vacuno, Arroz, maíz, madera
Vias de Acceso
 Terrestre y Aérea
SITUACION DEMOGRAFICA
 En los últimos años los lecos han tenido un resurgimiento demográfico, puesto que su población ha aumentado considerablemente. Quizá este fenómeno sea el resultado de los procesos de revalorización cultural y de su relación con su demanda territorial. Actualmente los lecos suman una población aproximada de 4009 habitantes.
HISTORIA

 La composición étnica del piedemonte andino. "Especialmente se halla con mayor abundancia lo referido en las ricas provincias que yacen entre los famosos ríos Mano y Diabeni, que baxan de las sierras del Perú... las más conocidas de estas provincias son las de Uchupiamonas, Eparamonas, Chayasuyos, Tacanas, Chiriyaponas, Camanaves, Maysos, Saribaonas, Guanapaonas, Toromonas, Chimaoras, Guayayos, que comen carne humana, Malaquises, Yuromas, Mayaxas, Pacases, Humaridionas, Mayas, Mayanas, Chunchos, Arabaonas, Celipas, Chorivas, Chimaoras, Marupas, Capinas. Estas son las propias, y verdaderas Provincias de Chunchos, de quienes se derivó el nombre Chunchos a las demás orientales de los Andes..." (De Torres 1974:342) La composición étnica anterior a los incas y a la entrada de los españoles, sólo se puede conocer a través de las fuentes de los colonizadores españoles, religiosos y de algunos quipucamayos o cronistas de los incas.

Estas fuentes son insuficientes y en muchas ocasiones ambiguas y contradictorias ya que utilizan gran cantidad de nombres diferentes para las mismas zonas y pueblos por lo que es confuso y en ocasiones su lectura es desconcertante. Bajo la designación con el nombre despectivo y genérico de “chunchos” de origen precolombino, pero utilizado también durante la colonia, se agrupan diferentes pueblos indígenas del piedemonte andino. Para los cronistas andinos “los chunchos” son los habitantes de la montaña o piedemonte andino en general, " ...si bien es cierto que hubo un tiempo en que se daba el nombre de chuncho a todo salvaje que no era chiriguano" (Armentia 1903:3) El sobrenombre de "chunchos" se ha utilizado agrupando a estos pueblos indígenas en dos sentidos: el primero es un sentido amplio que abarcaría a todos los grupos asentados entre los yungas de Larecaja y de Carabaya, los ríos Madre de Dios y Beni (Lecos, Mosetenes, Aguachiles, Tacanas, Araonas, Eparomonas, Toromonas y Uchupiamonas); mientras el segundo sentido, claramente restrictivo, haría referencia básicamente a los grupos Araonas, Uchupiamona y Eparamona. También hay que tomar como otro grupo chuncho a los llamados “Moxos” (“musu” en aymara y quechua) que según algunos cronistas vivían en las cabeceras de los ríos Tuichi y Bopi. Los “Moxos” del río Tuichi estaban cercanos a San Juan de Sahagún.

El hecho de ponerles este nombre, bien pudo ser por confusión con los Moxos de las llanuras benianas, ya que fueron los primeros indígenas de selva con los que se toparon tanto los incas como los españoles o como manifiesta Chavez (1986:72) por haber encontrado allí algunas familias de gentiles de la nación llamada de los Moxos. Armentia tomando como fuente al Padre Tomás Francisco Pérez habla de los "Chunchos chicos" y los "chunchos grandes". Los primeros hacen referencia a los grupos étnicos del piedemonte andino ya que dice que " Desde los chunchos por el río Diabeni (Beni) abajo se puede llegar a los chunchos grandes en doce o quince días" (en Armentia 1903:4) por lo que podría estar hablando de los llanos de Mojos que en palabras de Armentia sería el Paitití. Varios autores hacen otras diferenciaciones; por ejemplo Alvarez Maldonado (1569) califica como chunchos a los Toromona, Marupa y Celipa; Recio (1623) nombra a los Celipa pero excluye a los lecos y Aguachiles al igual que Torres (1657) y Mendoza (1665); El único cronista que los menciona cómo chunchos es Gregorio de Bolívar (1629) mientras que Cabello (1595-1600) habla tan sólo de los Aguachiles y no de los lecos. Con el tiempo la acepción de "chunchos" se generaliza para todos los pueblos indígenas que habitan el piedemonte especialmente la parte del actual departamento de la Paz y en parte para los Yuracarés del chapare Cochabambino. Como se puede inferir de las líneas anteriores existían varios grupos y etnias que se dividían el piedemonte.

Siguiendo el mapa (anexo 2) elaborado por Saignes (1985:53), en el norte estarían los toromonas, arabamonas, uchupiamonas y paramonas. Al sur de estos y al noreste del actual municipio de Apolo se encontraban los aguachiles, de los que dicen se extinguieron en el siglo XIX pero que son junto con otros grupos los antecesores de un grupo étnico llamado por algunos autores "Apolista" (Montaño, D´Orbigny etc.) surgido a raíz de la fundación de la misión de Apolobamba (actual Apolo); hacia el oeste de los aguachiles, coincidiendo con la zona de las cabeceras del río Tuichi, estarían "los moxos", a los que nos referimos con anterioridad. Al sur de los aguachiles se encontrarían los lecos. La zona de Larecaja tropical y el sur de la región de Apolo pertenecían a los dominios del grupo étnico de los lecos. Su zona se ampliaba en el encuentro del río Mapiri con los ríos Challana, Coroico, Zongo y Tipuani, para conformar el río Kaka, que a su vez desemboca en el río Alto Beni; Se puede decir que desde las cabeceras del río Mapiri y sur de Apolo, hasta la desembocadura del río Kaka con el río Alto Beni eran los lugares tradicionales del pueblo Leco. Con la información recogida por Machicao (2000:9) de un mapa elaborado en 1883-84 hace una división con sólo dos pueblos indígenas: “ La etnia Leca o Lapa Lapa, dominaba a partir del valle de Apolobamba hacia el sur, incluyendo las actuales comunidades sureñas de Suturi, Milili, Saucira, Warathumu, Irimo y Michiplaya en la provincia Franz Tamayo (Caupolicán); Además de Yuyo, Achiquiri, Mapíri, toda la margen del río Mapiri y las poblaciones asentadas hasta encontrar Guanay en la provincia Larecaja.

La también desaparecida nación Aguachile, la ubica al Noreste de Apolo, a partir de la actual comunidad campesina de Sarayug hasta encontrar el río Beni y los ríos Hondo y Quendeque en dirección Sur”. Pese a disponer de ciertas informaciones es difícil conocer la forma de vida de los lecos en esta época ya que la información etnográfica de los españoles y de los mismos misioneros no permite hacerse una idea clara de cómo era la situación. Sin embargo esta zona (piedemonte o montaña) fue un área de interés tanto para los incas, para la colonia y también para la República. "En resumidas cuentas: ¿Fue la montaña una barrera entre las comunidades serranas y selvícolas o, al contrario, un espacio de encuentro, de aculturación material, de sincretismo político y religioso? Ambas cosas, a primera vista: encajonada entre los dos grandes focos culturales del Mamoré y del Titicaca, se presenta antes de todo como un espacio de recorrido, de transición que según las fases históricas, tuvo un papel ambivalente de escape y/o de encierro; en todos los casos de refugio. " (Saignes 1985:86)

Los Aymaras, los incas y el piedemonte andino.

"Los Andes orientales tienen una historia múltiple, no propia o separada, sino íntimamente ligada a la de los dos conjuntos vecinos, los andes y la Amazonía, a los cuales pertenecen igualmente." (Saignes1985:IX) Para los aymaras el sector entre el Titicaca y el Beni pertenecía al Umasuyu: Mundo húmedo, vegetal, oscuro, concebido como " femenino" e "inferior" en contradicción con el urcusuyu el altiplano desértico, mineral, con luz intensa. Para el mundo aymara existían tres estratos definidos: - El aymara del altiplano hombres - Los puquinas (yungas) inferior - Los chunchos salvajes Igualmente los incas tienen el mismo desprecio que los aymaras hacia las zonas bajas y de piedemonte de los andes. Sin embargo convierten la tripartición aymara resumida en dos: - Regiones altas (altiplano y cabeceras de valle) Collasuyo - Regiones bajas (valles medios y piedemonte) Antisuyo Según Saignes (1985) los incas llegaron hasta los cursos medianos de los ríos Beni, Guapay y Pilcomayo. La entrada de los incas se produce solamente unos decenios antes de la llegada de los españoles (fines del siglo XV hasta el desplome del imperio del Cuzco antes de mitad del siglo XVI).

Con la llegada de los españoles y el cierre del piedemonte se fortalecen los mitos acerca del oriente boliviano, donde se busca el llamado Paitití. Para la conquista de la región de los “chunchos” por parte de los incas, existe consenso en que fue durante la segunda mitad del siglo XV cuando los incas anexan la vertiente oriental, bajo el mandato de Inca Yupanqui (pachacuti) y su hijo Tupak Yupanqui. Garcilaso de la Vega dice que Tupac Yupanqui envió un ejército en una flota de balsas de maguey que bajó el curso mediano e inferior del Madre de Dios, sometió a los pueblos ribereños llamados chunchos y alcanzó la provincia de los "Musu o Moxos" donde se instaló el contingente sobreviviente (Saignes 1985: 15) Sin embargo otros autores (Cieza de León, Sarmiento etc.) enfatizan en las dificultades tenidas con: animales selváticos (culebras); sublevaciones en el Collao que impiden la penetración; e incluso la desaparición de 5.000 hombres en una de las expediciones de los incas a las tierras bajas. La forma de la conquista de los incas se encuentra en Vaca de Castro (1542-44) en una entrevista con los quipucamayos (cronistas oficiales del estado Inca): " Lo que no podía por armas y guerra, los trajo a sí con halagos y dádivas que fueron las provincias de Chunchos y Mojos y Andes hasta tener sus fortalezas junto al río Paitite y gente de guarnición en ellas. Pobló pueblos en Ayaviri Cane y el valle de Apolo provincia de los chunchos" (Relación de la descendencia y gobierno de los incas", B N, Madrid, Ms. 2010, fº 52, publicado en Lima 1974:39 en Saignes 1985) Igualmente Maurtua recoge de un autor anónimo relacionado con la ciudad de La Paz los métodos de los incas para dominar a los grupos de piedemonte: " Porque pretendiendo conquistar las provincias de los chunchos y mojos por la guerra hizieron todo quanto se pudo hazer e siempre salían perdidosos (...) e visto por los yngas el poco remedio que tenían para gente de montañas travajaron de traerlos a su amistad mañosamente con dádivas y halagos." (Maurtua 1906, 8: 155-156) La entrada de acuerdo al testimonio del cacique-gobernador de Charazani, no fue la del Madre de Dios sino por la región de Calabaya al este del Lago Titicaca: "Buscan la mejor entrada que pudiese saver para las provincias de los chunchos (...) el qual abrió por el dicho pueblo de Characane y Camata haciendo puentes en los ríos más caudalosos por donde entraron los primeros ejércitos y por no poderse comunicar todos los ibiernos por los crecidos ríos que ay por el dho camino de Camata mandó Guayna Capac a Ayana hijo del dho Arecapaquiqui buscase mejor camino por donde no ympidiesen la entrada los dhos ríos el qual abrió por las cuchillas y lomas(...) hasta el valle de Apolo sin ningún río." (ANB E1657-5,fº 54 en Saignes 1985:17-18) Dos siglos después el padre Fray Nicolás de Armentia encontraría restos de una calzada inca desde Apolo a San José de Uchupiamonas, prueba de la entrada de los incas al piedemonte andino y que hoy día los habitantes de Apolo reconocen y recuerdan. "...Hanse encontrado además, vestigios de un camino entre Apolo y San José, en las inmediaciones de un punto llamado Mamacoma, que no dudo sea de los incas, lo cual indicaría que estos han estendido su acción hasta mojos..." ( Armentia 1890:13-14) Con la llegada de los incas al piedemonte andino faltaría por saber cómo se establecieron las relaciones con los grupos del piedemonte (chunchos). Se podría hablar que los habitantes del piedemonte daban regalos al inca como ser plumas, arcos, flechas, loros, papagayos, miel, cera etc. Pero también, y ese es el caso de los lecos, podrían haber trabajado para la explotación de algún mineral precioso (oro y plata) en ciertas minas. Como se veía con anterioridad un sistema utilizado por los incas durante los intentos de conquista de las zonas del piedemonte y los llanos, fueron los regalos o dávidas que llevaban a los pueblos que visitaban. Estas dávidas se convertían en obligaciones tributarias ciertamente disimuladas ya que eran generosas por lo que los pueblos visitados por los incas adquirían cierta obligación de devolver estos regalos entregando parte de su producción. Otro elemento para establecer las relaciones entre los incas y los grupos de piedemonte andino son los colonos fronterizos (mitmaqkuna) que son mandados desde el Tawantisuyu para servir como elementos en una cadena de relaciones que abarcaría desde la puna a los valles y de los valles al piedemonte o montaña. Estas redes servirían al estado inca para neutralizar cualquier coalición que se pudieran crear entre los habitantes autóctonos de cada región.

Estos colonos se establecían en las guarniciones y tenían que ser mantenidos por los autóctonos, normalmente pertenecientes a los grupos yungas, pero también por parte de los grupos del piedemonte. El movimiento contrario de los grupos de piedemonte hacia el altiplano también se daba; "En cambio las subidas de grupos selváticos a las alturas parecen más fáciles que el movimiento contrario. La aculturación material de origen andino sobre los grupos de piedemonte parece indudable, pero es difícil determinarla en los campos políticos, religioso y sociales. Los tamaños reducidos de los grupos locales, las guerras internas incesantes, la importancia del shamanismo, denotan más bien moldes amazónicos." (Saignes 1985:84) De acuerdo a estas afirmaciones la influencia que tuvieron las migraciones de los mitmaqunas y de originarios del altiplano se dejó sentir en el piedemonte. Estas influencias portadas por los migrantes altiplánicos se seguirían repitiendo durante los posteriores siglos y tendría consecuencias para la conformación lingüística actual de la zona de Apolo. Un factor para el establecimiento de las relaciones fue el tipo del grupo con el que se encontraran los incas; si los pueblos tenían una vocación mayormente agrícola la relación fue posible a través de algún tipo de tributación; si por el contrario eran otros grupos que mayormente se dedicaban a la caza y a la guerra (lecos, mosetenes, yuracarés etc.) la relación normalmente terminaba en fracaso, cuyo resultado era el levantamiento de fortalezas para la defensa contra estos grupos. En definitiva los incas sólo penetraron por los lugares en que las condiciones ecológicas fueron favorables, y éstas se daban en mayor medida por el lado de Camata y el valle de Apolo donde encontraron a los lecos entre las cabeceras del río Mapiri.

Las primeras entradas de los españoles.

Los siguientes siglos XVI y XVII van a estar marcados por las relaciones que se establecen con esta zona durante las expediciones militares de los españoles mandados desde Cuzco y otras ciudades del Alto Perú. Estas expediciones tienen el fin de buscar y hallar el mítico Paitití o dorado. El mítico Paitití lo describen dos viajeros de la siguiente manera: "Paitití, provincia tan copiosa de gente cuanto lo dicen las noticias que de aquel archipiélago se tienen... sabese la mayor parte della ser lagunas muy pobladas." "Grande laguna que todos estos ríos causan en tierras llanas y que hay en ella muchas islas muy pobladas de infinita gente y que al Señor de todas ellas le llaman el gran Paitity" (En Saignes 85:48) La descripción de este lugar se asemeja con mayor facilidad a las llanuras inundables de mojos y del Mamoré.

Sin embargo hay que tener en cuenta que el mito del Dorado o Paitití nace de la idea que tenían los incas de un oriente lejano, de algunos mitos de los indígenas de tierras bajas, especialmente los guaraní con el "Candire", y de la predisposición por parte de los españoles a querer creer en la "Noticia Rica", lugares donde podían encontrar grandes riquezas (Saignes 85:50). Todos estos elementos conforman la búsqueda del Paitití y el motivo por el que los españoles comenzaron las expediciones militares. Estas expediciones no consiguen establecer un dominio permanente sobre los grupos selvícolas.

Se realizaron otras expediciones de tipo religioso que comienzan a penetrar en esta zona al mismo tiempo que las militares, si bien con el fin de evangelizar a los grupos de la selva; incluso algunos padres se adelantaron a las expediciones militares. Las vías utilizadas por los españoles para la entrada en la región de los "chunchos" fueron seis: - Opatari a través del río Manu (Madre de Dios). - Carabaya, a través de Sandia y San Juan del Oro. - Charazani-Camata-Apolo. - Por Cochabamba a través del río Cotacajes en las cabeceras del río Beni. - Pelechuco-Mojos- Apolo. - La Paz- Sorata-Mapiri Los españoles siguieron las rutas abiertas por los incas que se inician desde Cuzco y Asunción, para más tarde proseguir desde las nuevas ciudades (Santa Cruz, La Paz y Cochabamba). Estas "entradas" cumplían un papel de válvula de escape porque solucionaba conflictos entre los mismos conquistadores, la facción perdedora se marchaba a hacer una expedición hacia las tierras bajas. Estas expediciones se negociaban por medio de "capitulaciones", que al igual que los misioneros, necesitaban de una autorización para realizarse. Los jesuitas son los primeros que se lanzan a una evangelización con mayor visión de futuro, después son seguidos por los agustinos y franciscanos. La manera en que los padres entraban consistía en realizar un recorrido inicial para después salir a pedir ayuda y volver a los asentamientos indígenas.

En ocasiones después de una cálida acogida inicial eran rechazados a su vuelta. Las "relaciones" que se escribían de las expediciones tendían a deformar y exagerar todos los recursos minerales, agrícolas y humanos. El Padre Gregorio de Bolívar es un ejemplo de la exageración en su entrada a los "chunchos". Otro elemento a tomar en cuenta es el deseo de encubrir los pobres resultados en la mayoría de las entradas por lo que se aumentan las dificultades tenidas en la expedición (La entrada de Juan Alvarez Maldonado es un ejemplo de este hecho). Las expediciones de mayor importancia son: - Pedro de Anzures (1539) - Juan de Nieto (1561) - Gómez de Tordoya (1562) - Diego Alemán (1563) - Juan Alvarez Maldonado (1567) - Sarmiento de Gamboa (1572) - Cabello de Gamboa (1594) - Pedro de Legui de Urquiza (1614) - Juan Recio de León (1623) - Fray Gregorio de Bolívar (1628) - Pedro de Valverde (1684) - Las expediciones militares y religiosas. La primera expedición fue la de Pedro de Candía (1538) por Opatari (Madre de Dios) con doscientos hombres que retornó por graves problemas con los nativos. La segunda de Pedro de Ansurez muy poco tiempo después (1539), eligió el camino de Camata ya utilizado por los incas, viajó por el río de los Chunchos durante ocho días y se volvió penosamente por la región Zamo a Camata. Una entrada de cierta importancia para Apolobamba es en 1561 y fue "...Don Juan Nieto, por Camata, y formado un pueblo en Apolobamba; pero al cabo de muy poco tiempo se salió con toda su gente, dejando despoblado." (Armentia 1903:1) Juan Alvarez Maldonado a partir de 1567, después de algunas expediciones menores, es nombrado gobernador, comandante máximo y juez supremo de la región oriental del Cuzco en una expansión de 350 leguas desde el río Opatari (Madre de Dios) hacia el este y 120 leguas hacia el sur (a la altura de la ciudad de Sucre). Funda en el río Opatarí un lugar llamado "el Bierzo" y un puerto, "Buenavista". Desde este lugar envió varias expediciones. Pero fue en la segunda expedición que realizó Juan Alvarez de Maldonado donde se produjo el hecho más destacado; en esta segunda expedición se produce la primera fundación de Apolo con miembros del pueblo de los Aguachiles el 29 de septiembre de 1587 y con el nombre de San Miguel de Apolobamba como lo expone Armentia "...quien hacia el año de 1587, después de haber intentado varias entradas por el valle de Tono y por Carabaya, sin éxito, prefirió la vía de Camata, y después de haber obtenido del Virrey y del Rey el Corregimiento de Larecaja, para facilitar su conquista, pobló en el Valle de Apolobamba, ó Polopampa, como entonces decían, la villa de San Miguel, que no tardó en desaparecer; y fue su última tentativa." (Armentia 1903:1) No se sabe con precisión el lugar en donde se fundó y la duración apenas llegó a los 20 años antes que se abandonara por los continuos ataques de los aguachiles no reducidos. La siguiente Expedición de mayor importancia fue la de Pedro Lequi de Urquiza, iniciada en 1615 con un contingente de 180 hombres y tres misioneros agustinos. Su vía de penetración fue Camata, y en ese mismo año funda el 10 de Agosto el pueblo de Nuestra Señora de Guadalupe, segunda fundación del pueblo de Apolo: " ... con despachos de Capitán General, gobernador y poblador de las tierras de los chunchos y provincia de Tipoane, con amplia facultad de hacer levas de gente, y con el título de Corregidor de Larecaja (Arecaxe) reunió ciento sesenta y cinco soldados, y entró con ellos por Camata el 14 de junio de 1615, llevando en su compañía tres religiosos, dos de ellos Agustinos. Llegó primero a Mojos, pueblo cerca de Pelechuco, de donde pasó a Apolobamba, y allí el 10 de Agosto de 1615 fundó una población con el nombre de Nuestra Señora de Guadalupe, en un sitio agradable, cerca de la cordillera de Colapillosa; rico en minerales de plata. En menos de tres meses quedó edificada la población; pero como el encargado del corregimiento de Larecaja no le mandase los víveres precisos, tuvieron que retirarse hostigados por otra parte por los indios Lecos." (Armentia 1903:1-2) Lequi deUrquiza tuvo que salir por provisiones “… Ya con algunos costales de maíz y algún ganadillo, como dice la crónica cambió de ruta, con el pensamiento de explorar las tierras de los chunchos (1616) en un hermoso valle, con treinta españoles, y algunos nativos, fundó una villa con el nombre de San Juan de Sahagún de Moxos” (Chavez 1986:71). También fundó la misión de San Antonio de Aguachiles, que perduró escaso tiempo. En la entrada de Lequi Urquiza se produjo un enfrentamiento entre los lecos y los aguachiles contra los españoles de Lequi de Urquiza en el que fue muerto el Maestre de Campo, Juan de Alva. Como aliado de Lequi de Urquiza se encontraba Juan Recio de León que en un informe indica que dos padres agustinos partieron de Apolo a Uchupiamonas e Inarama, y en 1621 ya habían edificado sendas iglesias a unas 4 leguas del encuentro del Tuichi con el río Beni, llamado entonces como "Diabeni" (encuentro de muchas aguas). Recio de León proporcionó los medios necesarios para la entrada que terminó poblando en mayor medida el pueblo de Nuestra Señora de Guadalupe con otros treinta españoles en 1620. Hasta la entrada de Lequi de Urquiza las expediciones habían tenido claramente un signo de búsqueda del Paitití. Entradas como por ejemplo de Diego de Rojas (1550), Juan de Nieto 1561, Antonio de Gascos (1562), Diego Alemán (1563) etc. habían tenido un carácter mayormente militar y en ningún momento tuvieron la idea de crear poblaciones, ya que se pensaba que el Paitití era un lugar ya creado, como se exponía con anterioridad. A partir de Legui de Urquiza se comienza a dar este proceso. Paralelamente a las expediciones militares se dan las entradas de religiosos que silenciosamente habían ido penetrando por su cuenta en la región. De hecho tanto Maldonado como Recio de León dan noticias de religiosos carmelitas, agustinos etc. que ya estaban viviendo en la región intentado evangelizar a los indígenas. De todas las incursiones de los padres destaca la del sacerdote secular Miguel Cabello Balboa en 1594. Este padre utiliza la ruta de Camata y pasa por diversos asentamientos, algunos pertenecientes a los lecos para llegar por último a un lugar llamado Caberi que distaba dos días de un lugar llamado "Ixiama". Su ruta comprende asentamientos llamados Tayapo, Supimiri, Savania. Pasaramo, Huguama, Tacana, Masinari, Chiapo, y Chipoco. También habla de los "Guarayos" que son grupos que vivían en el norte, que atacaban a estos asentamientos con cierta periodicidad. En un asentamiento leco (Savania) se encuentra con un cacique llamado "Arapuri"; en la actualidad uno de los apellidos lecos tradicionales es el de "Apuri". El siguiente religioso que realiza una entrada fue el jesuita Miguel de Urrea en 1597. Sin embargo esta entrada fue en compañía del padre Antonio Ayans y el hermano Juan Benavides, por pedido de Cabello Balboa. " Después de permanecer como 6 meses el Padre Urrea entre los salvajes fue muerto por los indios "Sabainas" (del pueblo de Sabani, según el padre Bolívar) en el rancherío de Tayapu o Turiapo o Tuyapo donde el cacique Yanamo le hizo dar muerte, a causa de que un "Yanacona" había ocasionado el fallecimiento de un hijo suyo... de la cual se culpó a aquel religioso." (Soux et all 1991:80) Otro religioso que realiza una entrada a estas regiones es el padre Fray Gregorio de Bolívar (1621). En su crónica habla que los chunchos habitan tanto entre la penúltima y última cordillera así como en los llanos. Este padre Franciscano realiza una descripción de su viaje entre la Paz y las misiones de mojos, y cuenta de los innumerables grupos asentados. Es difícil identificar a estos grupos ya que en cada expedición o entrada les asignaban nombres diferentes; sin embargo existen varias versiones de su entrada, unas dicen que sólo estuvo con los lecos, en otra versión habla que pasó tiempo entre los lecos y los aguachiles En 1678 el padre Dominico Juan de Cuenca fue hasta Uchupiamonas, que en ese tiempo tenía como autoridad al cacique Parari. En esta zona identificó cinco asentamientos de 50 familias con nombres de Yobamona, Pamaino, Yabaypura, Pasaramona y Turamona. Según Armentia (1905:102) vinieron otros caciques de grupos cercanos a pedirle que fuera a sus lugares, entre estos grupos estaban los Ibapura, Camono, Pesili, Saparuna, Mobima y Uchumano. Con indígenas de estos grupos y de otros como los lecos, los religiosos empezarían a fundar las misiones que más tarde se llamarían de Apolobamba. En definitiva este periodo tanto los españoles con las expediciones militares y los religiosos en sus entradas, no consiguieron el establecimiento permanente y perdurable de asentamientos, ya sean de carácter civil como religioso hasta que a finales del siglo XVII y sobre todo en el siglo XVIII se fundaron y consolidaron las misiones que más tarde se llamarían de Apolobamba." El fracaso español para asentarse en el piedemonte se debe tanto a la falta de grandes yacimientos minerales como a la imposibilidad de explotar la fuerza de trabajo indígena. Lo muestra bien el fracaso de la colaboración de los indios lecos, que carecen de alimentos, al asentamiento de los españoles en Apolobamba antes de las lluvias de 1616: Un misionero propone "… a los lecos le vendiesen bastimentos que se los pagara al precio que gustasen... y apenas lo oyeron... quisieron quitarle la vida diciendo que era enemigo común pues lo quería matar de hambre por sustentar a sus españoles; y los indios que edificaban las casas "no estaban acostumbrados a este rigor (del trabajo) y vivían recelosos de la opresión que ya experimentaban ", luego se sublevan y matan a varios soldados (Torres 1657, 1974: 358-360 en Saignes 1985:85) Una ulterior muestra del fracaso de los españoles por dominar el piedemonte fue su interés por las minas. Los intereses de los españoles siguiendo la tradición de los incas, en la zona del piedemonte son en gran medida las minas. Estas minas ubicadas en zonas de influencia de los "chunchos" y en particular de los lecos, fueron atacadas por los indígenas y cuyo resultado fue que los españoles abandonaran la idea de la explotación de los minerales pese a algunos intentos de pactos con los indígenas. Igualmente la dificultad de hacerlos tributar sería un elemento que refuerza el poco control de los españoles como lo demuestra esta cita: " Indios moxos que tributan son de ningún provecho...para haber de conquistar los dichos indios que están en la dicha tierra adentro hacia los montes para que se vengan a servir se gastará en ello harto dinero."( AGI, justicia 605 en Saignes 1985:58) En el siglo XVII, cuando los indígenas querían tener alguna relación con los españoles o los religiosos, era por motivos muy concretos y no con la intención de acogerlos para una estancia muy larga, pese a los regalos que les daban especialmente los religiosos; "Cada vez que los indios acogían o llamaban a los españoles, era para entablar alianzas ofensivas o defensivas contra enemigos particulares. La evangelización quedó siempre supeditada a este oportunismo político practicado por ambos bandos. Cualquier alianza o "entrada" dependía de visitas recíprocas y todo un protocolo diplomático en que las "dávidas" materiales (herramientas, ropa, abalorios) a los indios eran imprescindibles; cuando había trueques de productos alimenticios contra la mercadería europea "mucho más davan los padres"... Además, los indios de la montaña no se sentían "obligados" por esta "generosidad política" y deshacían todo concierto cuando ya no tenían utilidad inmediata. (Saignes 1985:85)

Las misiones de Apolobamba

Los límites de las misiones de Apolobamba eran: " Al Oriente, el río Beni y las misiones de Mojos; al norte, la línea de demarcación entre las coronas de España y Portugal, o sea la línea Madera-Yavary; al Occidente, la Cordillera oriental ó de los Andes, no bien definida... Por el sud, linda con las provincias del Departamento de La Paz, Muñecas y Larecaja, y en parte, con la provincia de Carabaya. " (Armentia 1903:5-6) La división política durante la colonia fue influenciada por los padres franciscanos que llegaron al virreinato del Perú, ya que fueron los promotores de conventos y provincias que más tarde darían lugar a las misiones y a ciudades. Las misiones franciscanas pertenecieron a la provincia de San Antonio de Charcas que ocupaba la extensa área desde Cuzco hasta Tarija. Después de la creación por los primeros franciscanos y algunos agustinos de misiones cuya duración fue muy corta hacia "... 1680 la provincia tenía 29 conventos y 296 frailes.

Este mismo año fundaron las misiones de Apolobamba, en las cuales fundaron el colegio de Moquegua. En 1695 funcionaban tres centros misioneros en esta región: San Juan de Buenavista, Inmaculada de Concepción de Apolobamba y Nuestra Señora de Guadalupe." (en Anasagasti 1992:70) La primera misión fue la de San Juan de Sahagun más conocida por "Pata" que fue fundada en 1680 por el padre Fray Pedro de la Peña con indígenas Siliamas y Pamainos que fueron traídos desde el río Tuichi. En lo que respecta a las otras dos misiones decir que parece haber confusión en el autor ya que solamente es Nuestra Señora de Guadalupe la que el Padre Sans vuelve a reconstruir en 1695 después de haber sido abandonada por Lequi Urquiza en el primer cuarto del siglo XVII. Esta misión fue trasladada unos años más tarde al lugar actual del pueblo de Apolo. Fue repoblada con indígenas Lecos, Aguachiles y Pamainos, aunque también se recogieron indígenas del río Tuichi (probablemente tacanas) y algunos del río Beni. Otras misiones de importancia y que corresponden al área de la demanda son; San Antonio de Atén, creada en 1699; Santa Cruz del Valle Ameno (1690-1716), San Juan de Sahagun de Moxos (1740).

De estas misiones Atén se mantiene con una población netamente Leca en los primeros años del siglo XVIII. Solamente cuando el padre de la misión muere, los lecos se dispersan aunque por problemas con los Apolistas piden que de nuevo se funde la misión en Atén (1737). Las primeras misiones tienen en común el ser fundadas con grupos no solo de la zona sino también traídos de las orillas del río Beni. Para tener una idea clara de como era la fundación de estas misiones y cual era su composición étnica se puede acudir al artículo escrito por Daniel J. Santamaría (1997:93) acerca de la misión de Santa Cruz del Valle Ameno, fundada en 1716. El primer hecho que resalta es el continuo intercambio de neófitos entre las diferentes misiones, así se encuentra que en esta misión de Santa Cruz del Valle Ameno vivían apolistas, araonas, aymaras, isiamas, lecos, tacanas, toromonas, uchupiamonas y yubamonas. Si bien hay que destacar que los grupos mayoritarios eran el Leco y el Isiamas.

Este ejemplo muestra que la formación de las misiones en esta región de Apolobamba, se realizó en base a la reunión de los diferentes grupos existentes en la región y que lo que surgió de esta fusión fue por ejemplo lo que se llamaría los Apolistas, pero también los Tacana de la actualidad y otros pueblos como el leco, aunque estos dos últimos pueblos ya existían como parcialidades antes de la creación de las misiones. La forma de vida al interior de las misiones de Apolobamba según Machicao (2.000:102), consistía en que los niños vivían con sus padres hasta los siete años para después pasar al convento el cual abandonaban solamente para casarse. Cada familia tenía su vivienda, los viudos y viudas eran llevados a viviendas exclusivamente para ellos y las muchachas vivían en el beaterio. Las autoridades civiles como ser alcaldes, maeses de campo, capitanes etc. tenían gran incidencia en la población indígena de las misiones, ya que apoyaban al padre conversor en mantener el orden y también vigilaban que cada familia diera una parte de su producción a la misión. Las misiones eran frecuentemente atacadas por los grupos independientes Aguachiles y lecos que diezmaban la población.

Sin embargo el hecho que reducía considerablemente la población eran las epidemias de peste, disenterías y malarias. La vida en las misiones supuso desde el principio la fragmentación del sistema social de los grupos étnicos de selva, que fue rota por la división impuesta por los padres: "Lo primero que se procura y es práctica inconcusa de toda la conversión, es que las viviendas de los indios estén segregadas unas de otras en distancia de cuatro varas, pero en tal nivel y simetría que desde la puerta del convento se ven todos y cada uno de los ranchos. En estos solo se permite viva el marido con su mujer y los hijos hasta los siete años; ni el parentesco privilegia, para que fuera de los dos consortes nadie viva en el rancho. Sirve esta segregación para precaución de las quemazones, pues los indios de día y de noche tienen fuego en sus ranchos. También sirve para precaución de los adulterios, embriagueces, idolatrías y otras conversaciones ociosas." (Ballivian ed.1898:32) La relación entre los padres y los operarios (autoridades de la misón que normalmente eran gente de fuera) con los indígenas, variaba de acuerdo a la antigüedad que estos tuvieran en la misión; la relación se iniciaba proporcionando todo lo necesario para comer, vestir, trabajar (machetes, cuchillos) etc. a los indígenas recien traidos al pueblo "...hasta que se domestiquen y casen, todo se les administraba gratuitamente; más a los otros se les obliga que por el vestuario y herramientas (no por la comida) traigan del monte unos miel de abejas, de la que unos traen cosa de media libra, y el que más una libra; otros otro tanto de cera, inciensos y estoraques..." (Ballivian ed.1898:36) Una vez que los padres juntaban una cantidad apreciable se despachaba con destino a los donantes para que pudiera seguir funcionando la misión. El ritmo de vida en las misiones giraba en torno a los oficios religiosos. A las cinco de la mañana se los llamaba con la campana y se separaba a los hombres de las mujeres a cada lado de la iglesia, "... Acabados los oficios, con el mismo orden salen de la iglesia para sus casas. Sus ejercicios y empleos, según lo que ocurre; ó van al monte a proveerse de caza o á los ríos de peje, y todos han de estar en el pueblo entre las cinco o las seis á rezar el Santo Rosario. En caso de ir a trabajar sus chacras, las mujeres quedan á hacer leña ó a tejer o hilar algunas veces; no siempre acompañan a sus maridos a las chacras..." (Ballivian ed.1898:33) Por otro lado son frecuentes las subidas de los lecos no reducidos en las misiones, que atacaban a las zonas de yungas productores de coca. Estos ataques que podían subir bastante más arriba de los yungas, tenían el fin de proveerse de hierro y herramientas del mismo metal; aunque también existía la costumbre extendida a todos los pueblos indígenas del piedemonte de salir a los pueblos como Apolo a realizar trueques: “ salen algunas veces de paz a nuestros pueblos y sacan frutos de la tierra a feriarlos por cuchillos, ropas de la tierra y quentas de vidrios...” (Mendoza en Saignes 1985:59) Poco a poco la misión de Apolo fue convirtiéndose en un centro de importancia. "En la época colonial y parte de la republicana, Apolo fue el centro de las misiones Franciscanas de Apolobamba, que desarrollaron esforzada acción civilizatoria en la provincia... Cada uno de los actuales cantones, excepto Suches y Ulla Ulla, era en su origen una misión o doctrina, hasta que, en 1807, fueron transformadas en curatos cuyos resultados son inferiores a los de las antiguas misiones. Posteriormente, fueron restablecidas las misiones del Bajo Caupolicán, y canceladas definitivamente en los primeros años del presente siglo." (Pardo 1948:492) " La dirección de estas misiones era del cargo exclusivo de la comunidad: el convento de Apolo, que dependía de la ciudad de la Paz, suministraba los hermanos necesarios para la conservación y el buen gobierno de estos establecimientos, cada uno de los cuales poseía uno o dos religiosos, a cuyo cuidado estaba enconmendada la administración de la iglesia y la práctica de sus ritos." (D´Orbigny 1992:20) Sin embargo las misiones de Apolobamba tuvieron un gran benefactor desde 1727 hasta la finalización de la colonia; su nombre era el Marques de San Felipe el Real don Diego Quint Ridaño siendo su obra continuada por su hijo. En el Año de 1779, fue aceptada la solicitud por Cédula Real, para el nombramiento de Maestre de Campo de las misiones de Apolobamba a Don José Santa Cruz y Villavicencio, quien en el año 1786 estableció el cobro de diezmos y tributos en las misiones. Las contribuciones consistían especialmente en la entrega de cacao en pasta en la región de Tumupasa e Ixiamas, mientras que en la zona de Apolo podía ser en coca o café, e incluso en plata. Antes del año 1800, exactamente en 1793 el provincial de Charcas presentó la renuncia ante el Virrey de las misiones de Apolobamba. La orden religiosa de los franciscanos abandonó su obra quizás por causas justificadas como el poco interés demostrado por la Corona sobre todo en cuestiones económicas.

La secularización definitiva fue un proceso largo ya que en 1798 se dictó la primera Cédula Real, pero otras fuentes (Soux 1991:67) hablan de otra Cédula Real de 1804 y por último de 1809. En definitiva el Rey de España por la Real Cédula del 22 de Agosto de 1798 dispuso la suspensión de las actividades misioneras de los pueblos de Apolobamba. Se dió entonces la transmisión a los curas seglares bajo la jurisdicción del obispado paceño, convirtiéndose en curatos. Esta medida ocasionó fuertes problemas por la poca preparación de los curas y su desconocimiento de las costumbres de los indígenas. Aunque hasta 11 años después no se llevaría a efecto esta real cédula sino que en 1809 el obispo de la Paz, Remigio de la Santa y Ortega, erigió en curatos todas las misiones de Apolobamba, excepto tres: Mapiri, Guanay y Pacaguaras – Araonas. Al pasar a ser dependientes directamente de la corona española y ya no de la iglesia pasó a ser llamado el partido de Caupolicán que con la República se llamaría la provincia de Caupolicán dependiente de la intendencia de La Paz. Inmediatamente colocó el mandatario real un cura y un alcalde en cada parroaquia o distrito, y nombró un subdelegado para gobernar y cuidar de los intereses de la nueva provincia, a la que se dió el pueblo de Apolo por capital.

La época de la independencia.

Desde los levantamientos de Tupac Katari en Ayo Ayo y Tupac Amaru en Cusco (1782) el hostigamiento y la organización de la resistencia frente a los españoles se comenzó a dar con mayor fuerza en la zona de piedemonte. Sin embargo fueron los lecos de Apolo y Atén los que mayor resistencia opusieron a los españoles. Este movimiento fue encabezado por el Capitán leco llamado Santos Pariamo, que en la actualidad tiene una estatua en la plaza de Apolo en reconocimiento de su contribución a la independencia de Bolivia.

El hecho que desató la revuelta en el norte de la Paz fueron los nuevos impuestos ordenados por el gobernador de la provincia de Caupolicán, Josef de Santa Cruz. Santos Pariamo organizó un cuerpo de flecheros para luchar contra "los Dragones de Apolobamba" que a su vez fueron organizados para pacificar las revueltas lecas encabezadas por Santos Pariamo, ya que nunca salieron de la región aunque de entre sus objetivos principales era el de mantener el dominio de la colonia española en el Alto Perú. Más tarde Santos Pariamo se uniría a la famosa republiqueta de Larecaja encabezada por el padre Muñecas.

Este utilizó 500 indios flecheros en la guerra que sostuvo contra los realistas comandados por el Capitán Agustín Gamarra. Estos indios flecheros solo pueden pertenecer a grupos de piedemonte (Lecos, aguachiles etc.) pero por la relación con Santos Pariamo y la visita que hizo al pueblito de Aten, se puede concluir que los flecheros eran lecos. Una vez que Santos Pariamo fuera derrotado y se suicidara, los realistas iniciaron una persecución de los que habían colaborado con Pariamo; " ...un indígena llamado José Pacha, que era uno de los mas comprometidos, propuso a veinte o treinta familias el abandonar sus moradas para ir a buscar la quietud en lo más escondido de las selvas... conducida por Pacha, en busca de un recinto donde no pudiese llegar a ser descubierta; y habiendo traspasado los desiertos, finalmente se detuvo en una hondonada, a la que dio el nombre de Irimo." (D´Orbigny 1992:42-43) Esta es la leyenda que habla de cómo se fundó Irimo en la época de la independencia donde hasta en la actualidad existen familias con los apellidos Pacha y Pariamo. Sin embargo Santos Pariamo tuvo antecedentes en otros indígenas de la región de Apolobamba, como Pascual Cuqui que en 1782, según el historiador Cajías, "agitó a los pueblos de Apolo, Tumupasa, Ixiamas, Reyes y amenazó con sumar a la sublevación a los indios de las misiones de Moxos, Baures y Chiquitos".(Machicao 2000) Un elemento de bastante importancia es la situación de la tenencia de tierra en el partido de Caupolicán en los años anteriores a la declaración de la República. Por un lado la existencia de las ex misiones como Atén, Apolo o Santa Cruz del Valle Ameno donde viven los apolistas y lecos, pero lo que llama la atención es que en todo el partido de Caupolicán sólo existían cuatro haciendas y el resto o estaba deshabitado o era utilizado por los indígenas lecos de las misiones. Estas cuatro haciendas estaban ubicadas en Pata y en Pelechuco pero no había ninguna en Apolo y Atén. Este hecho constatado en 1817 cambiaría radicalmente en el transcurso del siglo XIX como se verá más adelante.

La República

Con Bolivia ya creada como nación, se denominó a la región de las misiones de Apolobamba como provincia de Caupolicán (23 de enero de 1826), en 1842 esta provincia de Caupolicán queda anexado al departamento del Beni, conjuntamente con los partidos de Yuracarés y Mojos. Sin embargo en 1856 se determina la restitución de esta provincia al departamento de la Paz. Por otro lado las misiones de Mapiri y Guanay formarían parte de la provincia Larecaja, con lo que la unidad de los lecos quedaría partida administrativamente hablando en dos provincias distintas, Caupolicán y Larecaja. Después de la independencia, alrededor del año 1834 D´Orbigny pasa por Apolo y la describe de la siguiente manera: " El pueblo está formado de tres grupos distintos.

El primero se encuentra situado antes de pasar el río, y se compone de casas diseminadas: en este grupo, que se llama la parcialidad de la Concepción, es donde se hallan establecidos los mercaderes de toda especie de frutos, y a quienes los habitantes nativos dan en su lengua particular el nombre de mataguas, es decir forasteros. El segundo grupo, colocado en el centro y sobre un ligero promontorio de greda rojiza, está de la otra parte del río, y encierra la casa consistorial, la iglesia parroquial y el convento de los franciscanos, cuya fachada mira al este, da sobre una plaza en la que los lados norte y sud se componen de varios edificios, y la parte del este, frontera al convento, de una serie de casas habitadas por los indígenas; estas casas, cada una de las cuales tienen una sola puerta y como de quince a veinte varas de largo, se hallan colocadas sobre la colina en forma de anfiteatro, de suerte que desde el convento se descubre todo cuanto pasa en el interior de ella. Tal era el modo como las habían dispuesto los franciscanos, con el objeto de estar a la mira de todos los pasos de los indios, y de poder velar sobre sus acciones. En aquel entonces, los comerciantes que venían a la provincia, estaban obligados a hospedarse en el convento para efectuar sus trueques en presencia de los religiosos.

Un arroyo separa esta segunda parte, del tercer grupo que se encuentra situado sobre el camino de Atén y dispuesto en el mismo orden que acabamos de ver en aquella." (1992:34) En esta interesante cita el autor hace referencia a dos épocas distintas; la primera tiene que ver con la forma de vida durante las misiones y el reflejo que tenía el tipo de vida en la composición urbanística de Apolo; y la segunda habla de la época posterior a la secularización de las misiones, que es cuando D´Orbigny visita Apolo, y que ya refleja la presencia permanente de los comerciantes y otros forasteros en una de las zonas de Apolo.

Para 1830 y después de un acentuado anticlericalismo durante la época de la independencia y los primeros gobiernos de Bolivia, el gobierno establecía el regreso de los franciscanos como párrocos doctrineros en las misiones de Mosetenes, Caupolicán, Guanay, Yuracarés, Guarayos y la Cordillera. El Colegio Franciscano de La Paz se haría cargo de las misiones de Caupolicán. Otra de las “preocupaciones” del estado boliviano es en cuanto al pago de los tributos por parte de los indígenas de las ex -misiones de Caupolicán. El tema en discusión es básicamente en que cobrarán el tributo si en especie o en plata. Para las misiones del partido chico (Tumupasa, Ixiamas y San José de Uchupiamonas) siguió siendo en cacao, mientras que para el resto fue o en plata o en coca. El cobro de estos impuestos fueron motivos de continuados abusos por parte de los corregidores y autoridades estatales especialmente frente a los indígenas. Es en esta época en la que D´Orbigny describe la ex misión de Apolo que ya había comenzado la época de los auges; el primero de ellos es el de la cascarilla o quina y del cual D´Orbigny hace el siguiente comentario: “ La estracción de la cascarilla ha modificado algún tanto la manera de ser de estos habitantes, enseñándoles a estimar el valor positivo de las cosas, y dándoles una idea del dinero. Por el comercio de este específico han llegado a conocer también otros muchos objetos, que les eran enteramente ignorados, y con cuya posesión disfrutan hoy en día de mayores comodidades. Si hubiese continuado este comercio, no hay la menor duda que los habitantes de Apolo estarían ya bastante avanzados en el camino de la civilización, contra la que luchan incesantemente aquellos que se han constituido en directores de estos indígenas, bajo el necio pretesto de que la relación comercial con los estrangeros corrompe sus costumbres. Aunque pueda verificarse algunas veces no por eso se han de negar las inmensas ventajas que necesariamente debe traer consigo la frecuencia de estas relaciones.” (D´Orbigny 1992:35-36)

Los auges de la Quina y la goma.

Un decreto del 22 de diciembre de 1829 establecía que "…los hijos de Bolivia tienen derecho a emprender libremente el descubrimiento de las producciones naturales en las provincias de Caupolicán, Sorata, Yuracarés, Moxos y Chiquitos, comerciar activa y masivamente con sus moradores y fomentar la extracción de la cascarilla, cacao, vainilla, resinas y gomas de que abundan aquellas montañas." (En Soux 1991:93) La búsqueda y la comercialización de este producto, ya conocido por los lecos y los indígenas de las tierras bajas como remedio contra la malaria, tuvo varios efectos sobre la población de la zona de Apolo. El principal fue la migración de personas de otros lugares de Bolivia a esta zona, que fueron atraídos por la "fiebre" extractiva de la quina y que después decidieron quedarse a vivir en estos lugares; A Mapiri llegaron especialmente gente del altiplano (Achacachi, Carabuco, Puerto Acosta) y también gente de Sorata. A Apolo vinieron desde Camata, Chuma, yungueños y de la ciudad de La Paz, aunque también vinieron extranjeros (alemanes, ingleses e italianos) y algunos peruanos; Por otro lado se da el enriquecimiento de ciertas elites no lecas de pueblos como Apolo, Atén, Mapiri, Guanay etc. Un efecto positivo es que se hicieron y mantuvieron los caminos hacia Mapiri, Sorata, Camata, Charazani, Pata, Pelechuco, Tumupasa etc. Mientras el gobierno se dedicaba a cobrar impuestos pero no a mantenerlos.

Los lugares dentro de la provincia Caupolicán por la que se internaron para recoger la cascarilla fueron “... los montes de Mojos, Pata, Tuichi, Buturo y Azariamas por el norte, Cauli, Yutico, Warathumo, Chontalaca, Ilipana, los montes aledaños a Correo por el sur y las selvas antiguas de los Aguachiles, como Sarayug, serranías de Choricha, hasta llegar al río Beni, siguiendo la serranía del Beu y los ríos afluentes del Beni como el Quendeque, el Hondo por el Este.” (Machicao 2000:149) Los llamados cascarilleros se internaban en el bosque buscando los árboles de quina y con lo recolectado lo cargaban en mulas y lo llevaban a los centros más cercanos (Apolo, Rurrenabaque, Guanay, Mapiri etc.). Toda la quina de la zona de Apolo y de Guanay pasaba por el Mapiri a Sorata que era el principal centro de acopio, aunque también se enviaba al Perú por Pelechuco y Ulla Ulla, y al Brasil por San José de Uchupiamonas y Tumupasa desde donde se trasladaba al río Beni para su llegada a Brasil Este auge en la explotación de la quina, como en el siguiente auge de la goma, promovió el despegue de una elite local ya que los indígenas sólo fueron utilizados como mano de obra, sin tener gran beneficio. “ Las consecuencias sociales del auge de la cascarilla fueron grandes... ha modificado algún tanto la manera de ser de los habitantes, enseñándoles a estimar el valor positivo de las cosas y dándoles una idea del dinero y el conocimiento de objetos que le eran desconocidos”, sin embargo dice también que la relación de los lugareños en su aspecto especialmente comercial, con extranjeros y gente del altiplano “corrompía las costumbres de los naturales, con los excesos y abusos de los intermediarios”. (Soux en Machicao 2000:151) D´Orbigny testigo presencial de esta época del auge de la quina realiza en su descripción geográfica unos comentarios del impacto que tuvo y de algunos de los problemas con los que se encontraron: “ La cascarilla, que durante algunos años ha dado millones al comercio, aun no tiene cuando agotarse. Hasta el día de hoy sólo se ha practicado el corte en las inmediaciones de los lugares habitados, y mucho importaría el estraerla de todos los sitios en donde se encuentra.

Según informes que he podido recoger, los indios dedicados a esta faena se dispersan por las montañas, y así, aislados uno a uno entre los bosques, cortan la preciosa planta sin ningún género de precauciones, sin elegir siquiera la estación más apropiada para el caso. Desprovistos además de parages donde ponerla en depósito y a cubierto contra las frecuentes lluvias, les acontece muy a menudo el malograr completamente sus acopios, o el verlos en gran parte averiados.” (1992:70) El mismo autor ve la necesidad de normar y regular por parte del gobierno de Bolivia la extracción de la quina: “ Siendo pues evidente que la cosecha de la cascarilla está destinada a ser uno de los ramos más seguros de las Rentas del Estado, convendría mucho que las autoridades reglasen el modo de paracticar el corte, dictando para ellos ciertas ordenanzas, cuyo principal objeto fuese poner un término a la destrucción que se generaliza y cunde por todas partes...” (D´Orbigny 1992:70) Igualmente el historiador Machicao, nacido en Apolo se lamenta de “... la ceguera e insensibilidad de los gobiernos de entonces, no hayan determinado una política de desarrollo y progreso para el norte paceño, principal productor de quina y que la postración y postergación hayan sido la tónica dominante en la mentalidad gubernativa.” (Machicao 2000:143) La importancia de la quina para Bolivia durante la primera mitad del siglo XIX fue enorme. Como muestra vale decir que en 1834 sacaron de Caupolicán la suma de 3000 quintales con un valor de 33.000 pesos. Ese mismo año el gobierno dicta una resolución para ejercer un impuesto sobre la producción de la quina con el fin de utilizarlo en la catedral de la Paz. Las causas para el decaimiento de la producción fueron varias; la primera de ellas la ya apuntada más arriba del poco control de todo el proceso de producción de la cascarilla lo que produjo cierto agotamiento en la producción; la segunda son las grandes cantidades de quina que se van por contrabando por rutas alternativas hacia el Perú y al Brasil; la Tercera fue la dura competencia que estableció la producción de Colombia en este rubro.

El 16 de mayo de 1859 después de una lenta caída en la producción y los precios de la quina el gobierno declara por medio de una ley la libre comercialización y anula los impuestos y tributos que llegaron a ser de 20 pesos por quintal en 1844; por lo que estaba declarando la poca producción e importancia de la quina aunque hasta mediados de los 70 se siguió produciendo ciertas cantidades. El efecto para las poblaciones como Atén y Apolo fueron devastadores pero en mayor medida para la primera ya que hubo gente del pueblo de Atén que se dispersó por los montes de la zona dejando a la ex -misión casi sin población. La quina tuvo algunos repuntes durante el siglo XX pero fueron eventuales y motivadas por sucesos concretos como la construcción del ferrocarril Madera-Mamoré y la apertura del canal de Panamá. Casi la misma gente que se dedicaron a la comercialización de la quina, también se encargaron de la explotación de la goma, y al igual que con la quina, los indígenas, que eran buenos conocedores del bosque, fueron incorporados a la explotación de la goma como peones llamados siringueros. La época del inicio de la explotación de la goma en la provincia Caupolicán especialmente en el Partido Grande (zona de Apolo y Atén) fue hacia 1890 anotando para principios del siglo XX alrededor de 190 peticiones que sumaba un total de 86.545 estradas (cada estrada son 150 árboles de goma) siendo la provincia que menor número de concesiones solicitó en el departamento de La Paz. Una de las zonas gomeras más importante es la constituida en las provincias de Larecaja y Caupolicán en los siguientes lugares: Challana, Guanay, Mapiri, Consata, Tipuani, Sarampiuni, Camata (provincia Muñecas), Apolo y Atén. En Atén se concedieron 6.184 estradas gomeras en trece concesiones que oscilaban entre 50 y 1.000 estradas cada uno siendo la mayoría de aproximadamente 500 estradas. En la zona de Apolo se otorgaron 1.500 estradas en tres concesiones de 500 estradas cada una. En Mapiri que es una zona cercana a Irimo aunque perteneciente a la provincia Larecaja, se establecen 4.240 estradas en ocho concesiones que oscilaban entre 100 y 1200 estradas. Para la explotación de la goma participa tanto gente de Santa Cruz, que al parecer fueron los pioneros en ingresar a la zona de los ríos Tuichi y Madidi. Pero también de Reyes, Sorata, Chulumani y Coroico.

Algunos apolistas como Víctor Mercier y también se mencionan las familias cascarilleras que después trabajarían la goma como las familias Reyes, Oliver, Gamez y Belmonte, todos ellos gente de Apolo que explotan en esta zona la goma. Machicao lo resume de la siguiente manera: " Este descubrimiento de los árboles de hojas doradas, revolucionó el Norte Paceño, y muy especialmente a la provincia Caupolicán, hasta bien entrado el s. XX... organizándose varias empresas gomeras, principalmente por vecinos apolistas y otros venidos del Perú, de Cochabamba, Camata, Chuma, Pelechuco, Puerto Acosta etc. promoviéndose un auge de su explotación y una situación económica bonancible en Apolo, Santa Cruz del Valle Ameno... " (Machicao 1990:98) La forma de explotación de la quina y especialmente de la goma es el sistema de habilito utilizado por los patrones y empresarios. "...la mano de obra destinada a la producción de quina, respondía tanto a la modalidad tradicional de peonaje hacendatario como al sistema de habilito, consistente en el adelanto de mercaderías por parte del patrón a los trabajadores, a cambio de su fuerza de trabajo; Tal sistema extensivamente usado en la producción de la goma elástica debió ser utilizado en la explotación de la quina recién a partir del periodo de la casa Gunther de Sorata (1890-1930) ya que ésta, bien podía utilizar el mismo tipo de reclutamiento de mano de obra tanto para la goma elástica como para la quina..."(Jaúregui 1991) La casa Gunther de Sorata que controló toda la explotación de la goma durante casi cuarenta años tenía el siguiente sistema: “ Proveía de mercancías a los hacendados, cuyas operaciones se limitaban a la producción.

Estos habilitaban a pequeños productores y, finalmente, estos últimos hacían la entrega de la mercancía al productor directo (peón-picador). En retorno, el pago del habilito debía efectuarse en goma elástica, siguiendo la trayectoria inversa, con los distintos intermediarios...esta modalidad resultaba perjudicial para el enganchado, ya que después de aceptar los adelantos en dinero y/o en mercaderías, quedaba legalmente endeudado, con pocas probabilidades de cancelar su deuda original.” (Gamarra 1991:205-16) La forma en que los lecos y otros pobladores de la zona eran "alistados" para ir a trabajar a la hacienda era por medio de "encargados" distribuidos por toda la hacienda, que se desplazaban a las casas o asentamientos para llevarse a los hombres a las haciendas. Normalmente este trabajo directo en jornales se hacía cada tres a seis meses. También exigían el pago de determinadas cantidades de quina y de goma por el uso de la tierra. (García 2000:14) Igualmente los lecos especialmente los que se encontraban en los afluentes y en el río Mapiri fueron utilizados como balseros para el transporte de la goma hasta Mapiri y de ahí lo subían en mulas hasta Sorata, que era como se mencionaba con anterioridad el centro de acopio de mayor importancia de la región gomera del norte de La Paz. " La ruta que seguía la goma colocaba a Apolo como uno de los principales centros de acopio local. De allí una parte importante era trasladada hacia Sorata por la vía de Camata y Chuma, o sino por Atén y Mapiri. Otra vía de exportación de la goma, que en esta caso salía al Perú, era la que pasaba por Pelechuco. Allí actuaban compañías comerciales peruanas..." (Soux et al 1991:164) Estos dos auges de la quina y la goma posibilitaron la formación de las haciendas que tendrían bastante importancia en cuanto a la creación de una elite no indígena en los pueblos de Apolo y Atén y que concentrarían gran cantidad de tierra. Si en el padrón de 1839 solamente se especificaba un número de cuatro haciendas en la provincia de Caupolicán y ninguna en Apolo ni en Atén; sesenta años después, en 1881, había 16 haciendas en Santa Cruz del Valle Ameno, 35 en Apolo y 29 en Atén.

Estas haciendas se iniciaron con las concesiones de quina, cuando este auge disminuyó se dedicaron o bien a la caña de azúcar o por el contrario a la ganadería. Uno de los productos que en mayor medida se comercializó fue el aguardiente; a esta actividad se dedicaron en mayor medida las haciendas de Santa Cruz del Valle Ameno, mientras que las de Apolo en su mayoría estaban orientadas a la crianza de ganado con algunas a la producción del aguardiente. Por su parte en Atén todavía existían ocho haciendas dedicadas a la extracción quinera mientras el resto se dividen entre el aguardiente, las vacas, el cacao y el café. Se podría pensar que fueron los remates de tierra y las leyes de ex-vinculación las que provocaron el nacimiento de las haciendas, pero en realidad son las migraciones producidas por los auges de la quina y consolidadas por el auge de la goma lo que efectivizaron la existencia de las haciendas. Estas haciendas al principio daban más atención a la goma, pero con el tiempo y la bajada del precio de la goma, diversificaron su producción. Es cuando surgen las plantaciones de caña de azúcar y el procesamiento para la producción de alcoholes que tenían buena venta en La Paz. Ya a principios del siglo XX, no se encuentran peticiones de concesiones de goma sino peticiones de tierras baldías.

Este hecho se debe a que con este tipo de peticiones se consolidaba mejor los árboles de goma y al mismo tiempo se convertían en dueños de la tierra. Hay que recordar que hubo infinidad de conflictos entre las peticiones de estradas gomeras y los dueños de la tierra, ya que ambos tipos de posesiones se superponían en un mismo terreno. Un ejemplo fue la petición de tierras baldías de la "Bolivian Company" con una extensión de 15.000 millas cuadradas con los siguientes límites: "Por el norte el paralelo que corre desde la boca del río Pando y la del río Madidi, por el Este el río Beni hasta su confluencia con el Yuyo; por el Sur-Oeste el curso del Yuyo hasta el Tuichi." (Soux et al 1991:119) Dicha empresa era como una multinacional ya que iba a desarrollar todo tipo de empresas agrícolas, ganaderas, mineras etc. y tenía que entregar el 40 % de las utilidades netas al estado boliviano. Estas concesiones trajeron evidentes problemas con las comunidades indígenas ya que en la gran mayoría de los casos se superponían con los territorios tradicionales de los indígenas. Este tiempo fue el de la consolidación de las haciendas que duraría hasta la reforma agraria de 1953. Los sistemas de trabajo en las haciendas eran diferenciadas de acuerdo a las distintas regiones de Caupolicán.

Así en la zona de la actual provincia Iturralde, que entonces pertenecía a la provincia de Caupolicán, los tacanas vivían al interior de las haciendas. Por el contrario en la zona de Apolo y Aten en la gran mayoría de los casos las haciendas no contaban con un gran número de personas permanentes trabajando en la hacienda, sino que en la mayoría de los casos los indígenas esparcidos por la zona eran llevados a las haciendas eventualmente. También se daban casos en que los indígenas acudían por interés propio o por pagar deudas con los patrones. Cuando no se cumplía con los trabajos el patrón llegaba a los castigos con el látigo y con el cepo. En el siglo XX destaca la participación de alrededor 200 apoleños entre los cuales fueron indígenas, en la guerra del chaco. Durante el trabajo de campo contaron una anécdota sobre esta guerra ya que acudieron varias personas desde la comunidad de Inca, pero cuando llegaron, ya había terminado la guerra por lo que no participaron y se volvieron de nuevo a la comunidad. Hasta la mitad del siglo XX la situación era básicamente dependiente de las haciendas y lo poco que producían las familias era destinado para el consumo, exceptuando la coca. Este es un producto que generaba ingresos a las familias lecas, ya que si no iban a las haciendas a trabajar, se dedicaban a llevar coca a la zona de Pelechuco donde lo cambiaban por otros productos.

La revolución del 52.

La revolución de Abril del 52 y la consiguiente Reforma Agraria, tiene una doble consecuencia en esta región: a) Desaparición de las haciendas b) Instauración del sindicato y migraciones. a) Las haciendas que habían estructurado durante casi 80 años de la vida en la región fueron desarticuladas y eso produjo que se introdujeran nuevos elementos de interés como ser: la adquisición de títulos por parte de las comunidades (brigadas del MNR estuvieron informando sobre los nuevos derechos y varias comunidades inician un trámite proindiviso); y la "nueva" necesidad de tener una escuela. Estos elementos reunidos nos dan como resultado la fundación de las comunidades, muchas veces donde las haciendas tenían sus establecimientos. Igualmente las comunidades no estaban estructuradas como en la actualidad sino que había un título de Reforma Agraria para unas cinco o seis comunidades de las actuales. Este es el caso de Santo Domingo que comparte el título con Chirimayo, Juan Agua etc. b) A partir de la revolución y la Reforma Agraria del 53 por parte del estado boliviano se comienza a fomentar las migraciones internas de campesinos del altiplano a las tierras bajas, en teoría desiertas del oriente boliviano. Los motivos principales que impulsan al estado Boliviano a promover la migración son: - La vertebración territorial y económica del oriente

ORGANIZACION SOCIAL
 Se podría establecer varias etapas históricas en lo que respecta al tipo de organización socio-política por el que el pueblo leco de Apolo atravesó durante su historia: - Organización anterior a las misiones. - Organización en las misiones franciscanas - Etapa de las parcialidades - Epoca del sindicato - Fundación del CIPLA De cada uno de estos tipos de organización se han ido recogiendo elementos que han configurado la actual forma organizativa del pueblo leco de Apolo. “El cacique de cada pueblo era la única autoridad reconocida… su cargo era hereditario y vitalicio, pero para recibirlo y sostenerlo debía demostrar las mejores aptitudes para la guerra y la conducción de las relaciones sociales internas, así como ser un experto balsero, pescador y cazador. “ (Astete 1998:139) Esta cita introduce el sistema basado en el prestigio que regía en los siglos anteriores a las misiones. Esta época es la que se caracteriza por un elevado número de grupos étnicos repartidos por la región entre los que estaba el pueblo leco, pero también los aguachiles, pamainos etc.
ASPECTOS CULTURALES
 Los lecos mantienen poco de sus aspectos culturales, en especial los vinculados a temas espirituales, pues desde la época precolombina han tenido una fuerte influencia aymara.
TIERRA Y TERRITORIO
 El pueblo leco tiene dos demandas de Tierras Comunitarias de Orígen (TCO), una en la zona de Apolo y otra en Larecaja Tropical, ambas en el departamento de La Paz
INFRAESTRUCTURA
 Cuentan con postas sanitaria.
ECONOMIA Y ACTVIDADES PRODUCTIVAS
 La economía de los lecos se basa fundamentalmente en la actividad agrícola, aunque también se dedican al aprovechamiento forestaql maderable. Ocasionalmente también cazan y pescan, pero cada vez la presión de la población auyenta la fauna silvestre.
MEDIO AMBIENTE Y RECURSOS NATURALES
 El área o hábitat donde se asientan las comunidades y pueblos lecos es caracteriuzado como ceja de selva, puesto que la geografía se ubica en la transición de los andes a la Amazonía.
IDIOMA
 

FUENTE: Wigberto Rivero


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